Alberto Barra
Comisario de Policía de Punta Arenas
Primera persona llamada a declarar según consta en el expediente judicial
En Punta Arenas a tres de diciembre de mil ochocientos noventa i cinco, se hizo comparecer a la presencia judicial al Comisario de Policía de este Puerto Don A. Barra V. quien juramentado en forma e interrogado convenientemente espuso: ignoro por completo todo lo que se refiere a esta matanzas de indios en Tierra del Fuego i durante el tiempo que soy Jefe de Policía no he tenido ningún denuncio pues lo hubiera puesto en conocimiento de Ud. En Agosto del corriente año el señor Gobernador del Territorio, ordenó se trajeran a Punta Arenas ciento sesenta y cuatro indígenas que agobiados por el hambre y estenuados de frio se habían refugiado en Bahía Inútil adonde por supuesto también carecían de alimento. A su llegada a Punta Arenas se les alojó en un galpón que había a inmediaciones del Muelle a donde ya se les tenía ropa, cama, agua i fuego. Después de vestidos lo mejor que se pudo i cubiertos además con frazadas, porque teníamos sesenta y cinco obsequiadas por Don Moritz Braun, se les llevó a conocer la población regresando en seguida a su galpón. El Gobernador nominó, una comisión compuesta de cuatro vecinos para que los atendiéramos y vieran qué medidas se podrían tomar para civilizarlos i esta comisión acordó por unanimidad, distribuirlos entre las familias respetables del pueblo que los aceptaran, pero sin violentar la voluntad de sus padres i para cuyo objeto teníamos de intérprete a una india de la misma raza de los traídos que se encuentra desde cuatro años a esta parte en casa de Don Rodolfo Stubenrauch. Actualmente hay distribuciones entre las familias, los buques, El Ponton i Cuartel de Policía noventa y cinco i todos trabajan i viven holgadamente a proporción a sus antigua vida i algunos de ellos están contratados como marineros. Jamás ha habido ningún indígena ni grande ni chico en casa de tolerancia bajo ningún pretesto i tiene especial cuidado la comisión al entregarlos, que los que los reciban sean personas formales i se comprometan firmando un contrato a darles muy buen trato i enseñarles alguna profesión. Escenas inmorales no ha habido sino una en el campamento i cuyo autor puso a disposición de Usted con fecha treinta y uno de agosto como también con fecha trece del mismo puse a disposición de usted a un individuo que maltrato a un indio en la calle. Hará un mes más o menos a que otro indígena arrojó a la cabeza una piedra de Bertrand Baylac sin herirlo felizmente, después de mucha resistencia lo hice llevar a la Policía para hacerle comprender lo malo que había hecho i como acometio con el guardián, le pegó tres o cuatro correazos con una correa de su capote sin cáusale el mayor daño i esto lo presencio el señor Bertrand i muchos caballeros respetables cuyos nombres por el momento no recuerdo, enseguida hizo entrar a su mujer que gritaba en la calle i los encerré hasta el día siguiente en el que se fueron al campamento no habiéndose repetido el hecho. Después un señor Mariscal i González se presentaron diciendo que los indios le habían muerto dos vacas que estaban sueltas en el monte. Esto no ha sido justificado pero sin embargo hice registrar el campamento i les quite los caballos i fierros de que disponían. No he tenido ningún otro reclamo.
Han muerto diez indios en el Campamento, ocho de los cuales llegaron muy enfermos i aquí resistieron a tomar medicinas.
A los cincuenta i cinco que hay ahora en el Campamento se les reparten ciento cincuenta libras de carne, alimento más que suficiente, pues muchos de ellos, los reciben en el matadero también i en las casas donde están sus hijos, pues, puedo citar de las que en este momento recuerdo la de don Fernando Tapia, Viuda de Télles, Julia viuda de Gómez, Suarez, Ballesteros, cuartel de Policía, i a donde diariamente comen juntos con sus niños los padres.
Se ratificó leída que le fue, dijó ser mayor de edad i firmó con su Señoría, Doy Fe.
Seguel
A. Barra
Gaymer