El ingreso del carbón a las bodegas, tan necesario para mantener calefaccionada la casa; el ingreso de bienes y alimentos, y la preparación de los mismos para una familia que contaba con 12 integrantes como mínimo en su mesa, recordemos que el matrimonio tenía 10 hijos; las lavanderías con ingentes cantidades de ropa que atender; el mantenimiento de las bombas y filtros de agua que prodigaban este vital elemento a toda la casa, las bodegas y pañoles de herramientas para tareas diversas, como era el caso de los jardines, entre otros, nos dan una idea de la efervescente laboriosidad que ocurría en los sótanos de éstas imponentes mansiones.
Generalmente en la casa residían 2 personas dedicadas al servicio y 3 al trabajo en caballerizas; el resto del personal que sumaba alrededor de una veintena, habitaban fuera de la Mansión.
Al comenzar nuestro recorrido, cruzando el viejo portalón de hierro fundido y su pasillo, nos encontramos con la primera sala que corresponde a una de las habitaciones o dormitorios del personal, compartido por la cocinera y el ama de llaves. Sus camas, y mobiliario, veladores con cubierta de mármol y armarios con espejos viselados, así como la aspiradora son objetos originales de la época. La máquina de coser fue una donación hecha al Museo. Siguiendo con nuestro recorrido, veremos que la sala contigua al dormitorio es un baño, destinado al personal de servicio, con tina, taza, mueble toallero, y artículos para arreglarse el cabello.
Se destaca el hecho de que a pesar de ser un baño de servicio instalado en el subterráneo, cuenta con todas las comodidades que se pueden apreciar en los baños de la familia: agua caliente y fría, calefacción, tina con ducha, entre otros.
En el hall central del piso zócalo antiguamente estaban instalados los lavaderos y el baño de personal de los hombres; estos recintos fueron removidos para configurar los espacios destinados las nuevas salas de exhibición temporal, del sector subterráneo. El Museo Regional de Magallanes carecía de ellas y ciertamente eran muy necesarias, en tanto que la comunidad de Punta Arenas, así como artistas y creadores regionales, nacionales y extranjeros debían disponer de un lugar adecuado, con infraestructura de excelencia para exhibir sus muestras.
Cercana a la puerta de servicio y a un costado del hall central del piso zócalo nos encontramos con la cocina original de la casa.
Un espacio de grandes dimensiones, dotado de una estufa de doble hornalla, moderna que ocupa un lugar preponderante en el recinto y que al observarla con detenimiento nos indica la presencia de un rostisero para pollos que operaba manualmente. A los costados de la estufa se ubica una mesa con cubierta de mármol donde se hacían las pastas, con sus respectivos usleros, y habilitada con una máquina para moler carne, un barrilito de madera que era utilizado para batir la crema y hacer helado, entre otros objetos y junto a ella, los lavaderos dobles de fierro enlozado, que son de gran tamaño.
Se aprecia también una pequeña mesa de cocina, con sillas y sillones, junto a una radio: todo ello configuraba un área de trabajo, de descanso, y principalmente para que el personal pudiera también alimentarse en sus horarios de colación. A un costado se encuentra instalado un pulidor de cubiertos de plata que funcionaba de manera manual, introduciendo las piezas en el espacio superior de la rueda, en compartimentos especiales, y que abrillantaba los cubiertos al giro sucesivo de la manivela.
La muestra exhibe gran cantidad de frascos, jarros, cernidores, latas o envases de galletas de agua, de biscochos, recipientes para el arroz, harina y pastas, así como ollas de fierro, que son parte de las colecciones originalmente donadas por los descendientes de la familia. Un dato interesante que se aprecia al leer las etiquetas de los envases ubicados en el interior de la cocina, como en el mueble de acceso en el área del repostero, es la procedencia de los productos, muchos de ellos de origen europeo lo que se debe básicamente al flujo comercial que poseía ésta zona y el hecho de que fuera “puerto libre”. Vemos así marcas inglesas en el té (Lipton), en los caramelos (Toffe Mackintoch), aliños y condimentos variados (Mackormick), jamonadas y patés (Jamonada Plumrose), entre otros.
Al avanzar por el pasillo del portalón de acceso, y cruzar el hall central del piso zócalo, nos encontramos frente a un corredor angosto y una rampa metálica que nos conecta con las salas nuevas de Exhibición Temporal.
Esta área en específico permite apreciar la caldera original de la casa, y sus utensilios ubicados al costado. La caldera funcionaba a carbón, generando agua caliente y vapor que circulaba por los radiadores ubicados en todo el edificio, proporcionando un moderno sistema de calefacción central a la casa, bastante inusual para la época y de alto costo. Bajo el puente o rampa metálica se puede observar un pequeño túnel que corresponde a la carbonera de la casa. En ésta área se almacenaban toneladas de carbón que eran empleadas para la calefacción.
Avanzando en el recorrido podremos apreciar las salas remodeladas del sector subterráneo, donde permanentemente se instalan muestras temporales de variada naturaleza (fotografía, plástica, etc.). Este sector originalmente estaba destinado a bodegas, con piso de tierra batida. La recuperación del subterráneo implicó efectuar excavaciones que profundizaran el suelo, y estabilizaran la fundación del edificio. Se observan muestras de ladrillos originales que permiten apreciar el sistema constructivo de la época.
En ésta área del subterráneo encontramos también el purificador de agua, que era utilizado para obtener agua más pura y límpida, si bien ya a fines del año 1868 existía alcantarillado y agua potable en la ciudad de Punta Arenas. A un costado está el “carnicero” o armario que permitía conservar carnes y cecinas por un período más largo, al ser éste lugar uno de los más fríos de la Mansión. Y junto a él el despostador de carnes.
En la misma zona encontramos la cava de la casa, con vinos que se encontraron en la Mansión, y que cuentan todavía con sus sellos originales.
Como verás ya hemos finalizado nuestro recorrido por el museo, has conocido la mansión Braun en todo su esplendor y también has dado un paseo por la historia de la Región de Magallanes.