Se establecieron también por aquella época y de manera formal la escuela pública, el hospital, el correo y comenzó a planearse el ordenamiento urbano. Valga consignar que durante el año 1874 llegaron a Punta Arenas dos hombres cuyos destinos y los de sus familias habrían de asociarse íntimamente con el progreso patagónico: el español José Menéndez y el ruso Elías Braun, acompañado de sus hijos, uno de ellos Mauricio, quien se convertiría en uno de los colosos del crecimiento regional junto al portugués José Nogueira, quien arriba a Punta Arenas en 1866. Nogueira, era un rustico marino que hizo fortuna en la caza de animales marinos de piel fina, y que se casó con la hermana de Mauricio, Sara Braun Hamburguer.
Los Braun basaron su poder empresarial en la administración de la herencia mercantil dejada por José Nogueira en manos de su viuda, Sara Braun. Ella continúo con el rubro ganadero y su hermano Mauricio administró principalmente la parte naviera y comercial. Gran parte de las actividades comerciales se canalizaban a través de la Sociedad Braun y Blanchard y posteriormente en la Sociedad Explotadora de la Tierra del Fuego.
José Menéndez que había construido su propio imperio económico paralelo, con su estancia San Gregorio y su casa comercial, pudo concebir importantes y exitosos emprendimientos comerciales, industriales y marítimos. Con sus hijos formó la Sociedad Anónima Ganadera y Comercial Menéndez Behety. Las actividades de Mauricio Braun y José Menéndez trascendían a toda la Patagonia, y esto les llevó a reunir sus intereses creando la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia.
En ese momento pasaron a manejar la casi totalidad de la riqueza ganadera al sur de Chile y Argentina.
Podemos apreciar en las vitrinas un plano de la ciudad de 1851, documentos navieros de José Nogueira, un sombrero de copa de José Menéndez, licores provenientes de la cava de Mauricio Braun, loza de la Sociedad Menéndez – Behety y Blanchard, baúles de viajes, un tintero perteneciente al Gobernador de Magallanes, don Manuel Señoret, una pesa portable para el oro, sandalias del colono dálmata ingles Miguel Popovic, placas de bronce del Hotel Cosmos y un teléfono, lo que resulta muy llamativo ya que a fines del siglo XIX ya se habían incorporado los servicios de telégrafo, telefonía y electricidad a nuestra ciudad, fecha muy temprana considerando el contexto de la Patagonia de entonces.
Ahora bajaremos al subterráneo de la casa, que marca el punto final de nuestro recorrido, el Área de Servicio del Palacio