Daremos una mirada muy general al entorno geográfico y de biodiversidad, para que comprendas en que contexto natural y con que recursos se desarrollaron los primeros habitantes que poblaron la zona hace más de 11 mil años. En Patagonia, el período Paleoindio corresponde a la época de descubrimiento y colonización del hombre, y se puede afirmar que los primeros grupos humanos debieron adaptarse a un escenario en constante evolución y donde los cambios también afectaron a la fauna de la cual se alimentaban.
La desaparición de muchas especies animales como resultado de las variaciones ambientales y otros factores concurrentes produjeron importantes efectos en el comportamiento de las comunidades humanas, los que se ven reflejados en las nuevas estrategias de subsistencia y tecnologías desarrolladas para enfrentar el nuevo panorama ambiental. El retroceso de los hielos, la conformación del estrecho de Magallanes, de los canales occidentales, el aislamiento terrestre de la Tierra del Fuego, fue distanciando los contactos entre grupos, generando las diferencias que sentarían las bases para la conformación de las etnias magallánicas conocidas a través de los relatos de los visitantes y habitantes occidentales.
Se estima que los primeros pueblos canoeros arribaron a la región patagónica recién hace unos 6000 años. Sin embargo, todavía no se ha determinado si se trató de una adaptación local de grupos cazadores terrestres o de una migración foránea la que generó la aparición de los primeros navegantes australes, su cultura, su idioma, en síntesis, su modo de vida. Durante este período, el clima era un poco más benigno que el actual. Los mares se hallaban en ascenso y las tierras habían comenzado a emerger al liberarse del peso de los hielos, formándose canales, bahías y fiordos.
Asimismo, el bosque había avanzado más allá de sus límites actuales. Es probable que un ambiente un poco más rico y diverso haya sido el marco del primer poblamiento canoero en la región. Hace 6.000 años atrás, tiene lugar un cambio importante en el modo de vida de las sociedades humanas. Esta nueva etapa de exploración y de nuevos recursos disponibles a explotar, permitió una de las conquistas tecnológicas humanas más bellas e importantes de la región: la canoa, pequeña embarcación que permitió al hombre surcar las aguas del mar y con ello trazar nuevas huellas en el territorio.
En la medida en que los niveles del agua descendían, emergiendo áreas y despejando otras, rápidamente las comunidades fueron habitando y generando una serie de respuestas adaptativas para convivir y usufructuar de este inmenso espacio que se abrió ante sus miradas.
De esta forma se desarrolla una adaptación especializada en recursos marinos, con grupos que construyen y manejan pequeñas canoas. De acuerdo a los planteamientos de diversos investigadores, habría dos antiguos núcleos de poblamiento marino en la región. Por un lado, existe un área de sitios arqueológicos situados en el canal Beagle e isla Navarino y, por otro, una concentración de sitios antiguos ubicados en el seno Otway y península Brunswick.
Desde estos núcleos de poblamiento, los grupos de tradición marítima habrían ocupado los diversos espacios de archipiélagos, hasta alcanzar incluso el Cabo de Hornos y la isla de los Estados. En el sector de transición de la estepa al bosque, en zonas conocidas como mares interiores, se presentan algunos hitos arqueológicos que nos muestran la evolución desde una economía de caza terrestre hacia una de adaptación marina.
El sitio de Ponsonby, situado en la orilla del canal Fitz-Roy (Chile) exhibe una combinación de recursos marinos y terrestres fechados en 7.450 años A.P. Si bien las excavaciones arqueológicas de este sitio han mostrado una preponderancia del guanaco por sobre otros recursos, es importante la presencia de mamíferos y aves marinas complementando la dieta. Algunos investigadores consideran esta evidencia, como las primeras experiencias de adaptación marina registradas en Patagonia.
Así hemos llegado a sociedades prehistóricas más recientes, en los últimos 4.000 o 3.000 años, tanto en los grupos de adaptación marítima como entre los cazadores terrestres, aparecen elementos materiales que son también interpretados como un cambio con respecto a las tradiciones culturales anteriores. Los cazadores terrestres y sus vestigios arqueológicos se encuentran dispersos y en abundancia en todos los rincones de Patagonia y Tierra del Fuego, lo que sugiere un crecimiento demográfico.
Los materiales de estos grupos terrestres tardíos presentan nuevas formas de puntas de proyectil, caracterizadas por la presencia de un pedúnculo ancho y escotado, limbo triangular y aletas laterales. También son típicos los pequeños raspadores denominados “de uña” por su diminuto tamaño y que eran usados enmangados, y otros instrumentos utilizados en tiempos anteriores como bolas, percutores, raederas, etc., al igual que instrumentos óseos como retocadores y punzones, entre otros.
Cambios similares se observan entre los grupos canoeros que aumentan en número y se dispersan en cada rincón, llegando hasta el Cabo de Hornos. Las manifestaciones arqueológicas de momentos tardíos para grupos canoeros, también describen una amplia distribución espacial y un incremento en la cantidad de población indígena.
Los sitios arqueológicos recientes incluyen los característicos conchales, que son lugares de acumulación de residuos de conchas y otros restos del consumo de fauna marina como lobos, cetáceos, peces y aves, entre otros. Los instrumentos más destacados son los arpones de hueso, entre los que destacan los de espaldón simple y una barba, y los de espaldón doble y doble barba.
Es a partir del siglo XVI y hasta el XX que se recopilan antecedentes que permiten identificar a los grupos étnicos: Yaganes o Yámanas (canoeros o cazadores marítimos), Alakalufes o Kawesqar (canoeros o cazadores marítimos), Aonikenk o Tehuelches (cazadores terrestres), Selk’nam u Onas (cazadores terrestres) y a los Haush (cazadores de la pampa). Sin embargo, dichas observaciones de la cultura y modo de vida de los primeros habitantes de la región deben considerarse con cuidado, por cuanto describen a estas sociedades en un momento en que ya han sido negativamente impactadas por los nuevos conquistadores y colonos, tanto europeos como chilenos.
En este sentido, las descripciones no siempre reflejan las tradiciones culturales ancestrales y la correlación entre los antiguos grupos prehistóricos con las identidades étnicas recientes, no siempre es ajustada. Las vitrinas muestran escenas características que ilustran a grupos de cazadores nómadas terrestres y a los canoeros, dos especies de forma de vida distinta en cuanto a su cultura, su forma de vestir y sus actividades.
En el extremo Norte se ubicaron los Aonikenk y al Este los Selk’nam que eran grupos cazadores terrestres, también conocidos como Patagones ya que su estatura promedio era de 1.70 los que lo hacían muy altos para esa época. Los Aonikenk se tapaban con pieles de guanaco con los pelos del animal hacia fuera para cubrirse del frío.
En general, como método de caza utilizaban el arco, las boleadoras, y flechas. Aun cuando los Aonikenk se destacan por la rápida incorporación del caballo, lo que facilitaba sus desplazamientos, ello traía aparejado un cambio en el sistema de vida, y la fabricación de aperos y utensilios adecuados para su uso.
Las otras etnias habitaban hacia el lado Sur: eran los canoeros o cazadores marinos, donde se encontraban los Kawesqar y Yaganes, grupos étnicos muy similares en cuánto a desarrollo tecnológico. Cubrían su cuerpo con grasa de animal para protegerse del frío y también utilizaban pieles de lobo y nutria sobre sus espaldas, a modo de pequeñas capas.
Sus herramientas de caza eran fabricadas a base de hueso de ballena, puntas con piedras, entre las herramientas más destacadas podemos observar un tubo sorbedor de agua para el oxigeno cuando nadaban, arpones de base cruciforme monodentados, multidentados, y puntas de proyectil. Se alimentaban principalmente de peces y mamíferos marinos y terrestres. Eran nómades, lo que les permitía acceder a nuevos recursos económicos para poder subsistir.
Las mujeres, además de nadar y bucear para recolectar alimentos, construían cestas de junco, en los cuales se recolectaba y transportaba el alimento, y los utensilios.
En la siguiente sala, tenemos el Encuentro entre Culturas.