A la vanguardia de este proceso se encontraba primero Portugal y luego España, ambas naciones peninsulares de tradición marítima. Así fue como Portugal, nación poseedora de avanzados conocimientos y avezados navegantes, descubrió una nueva ruta marítima hasta Oriente, doblando Vasco da Gama el sur del continente africano, en el cabo que llamó de Buena Esperanza.
Este importante descubrimiento, alentó luego a nuevos navegantes a explorar y arriesgarse a través de los mares, recordemos que aún no se sabía que la Tierra es redonda y se creía que pasado el estrecho de Gibraltar, al Oeste de España, se llegaba al borde del planeta y se corría el riesgo de caer por este hacia peligros inimaginables. No obstante esto, Cristóbal Colón acogió la idea de la redondez del planeta y zarpó desde el Puerto de Palos en España con rumbo Oeste, buscando una nueva ruta a las Indias. Lo que Colón no consideró es que la Tierra era bastante más grande de lo que cualquiera en su época habría imaginado y se encontró con un nuevo continente, dando un vuelco como nunca ocurrió a la historia universal.
Luego de que Colón alcanzara la costa americana y ante los grandes descubrimientos portugueses en África, tuvo lugar en la localidad española de Tordesillas en Valladolid, el tratado en que se establecieron acuerdos ante el pontífice Alejandro VI, respecto a la propiedad y la división que tendría en adelante el océano Atlántico, África y el “Nuevo Mundo”. En el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, los reyes de Castilla y Portugal establecieron una línea imaginaria de demarcación, de Norte a Sur, distante 370 leguas al Oeste de las islas de Cabo Verde (meridiano 46º 35’), de manera que todo lo que se descubriera al Este de dicha línea pertenecería al rey de Portugal y a sus sucesores, y lo encontrado al Oeste sería “para los dichos señores rey y reina de Castilla y de León y a sus sucesores para siempre jamás”.
Quedó así establecida la nueva división y estructura mundial en el creciente y largo proceso de exploraciones, descubrimientos y comercialización que significó la expansión europea, siempre empeñada en llegar a las Indias Orientales.
Fue en este empeño, intentando encontrar un nuevo paso que permitiera sortear el continente americano en el camino hacia Oriente, que apareció la figura del portugués Hernando de Magallanes, quien trabajando para España, y tan sólo 28 años después del arribo de Colón a estas tierras, dió con el ansiado paso, el hoy llamado Estrecho de Magallanes.
Tras el descubrimiento del nuevo paso hacia las Indias por parte de Hernando de Magallanes, los cosmógrafos y geógrafos del siglo XVI imaginaron que la Tierra del Fuego constituía por sí misma un nuevo continente austral, la Terra Australis Incognita.
Así, en un principio, todos los esfuerzos realizados por España se orientaron a reconocer el paso descubierto por Magallanes como única vía marítima alternativa hacia las Indias, siendo la primera de éstas el Cabo de Buena Esperanza.
Estos viajes de reconocimiento del Estrecho, hechos en barcos a vela, conllevaron los peligros de enfrentarse a los duros vendavales del Oeste y Sudoeste de su entrada oriental, que a veces podían destruir las naves y otras hacerlas perder el rumbo arrastrándolas por distancias enormes.
Las primeras noticias geográficas, un tanto vagas e imprecisas, fueron dando origen a leyendas que adquirieron amplia difusión en una Europa proclive a la fantasía, a través de libros y mapas que describían a la Patagonia y Tierra del Fuego como extrañas tierras pobladas por animales de fábula y por gigantes y hombres de curioso aspecto. Nombres como “País de los Patagones”, “Terra Gigantum”, “Terra Magellanica”, “Terra Incognita”, “Terra Australis Incognita”, “País de los Fuegos”, fueron parte de las descripciones habituales con las que empezó a difundirse la existencia del nuevo continente.
Luego, la necesidad de mejorar el conocimiento de la geografía austral, sería la causa de una serie continuada de nuevas expediciones marítimas. Los viajes del explorador italiano Marco Polo en el siglo XIII, las cruzadas cristianas en los siglos XII y XIII, y los viajes españoles y portugueses para explorar nuevas tierras durante los siglos XV y XVI, abrieron nuevos horizontes a los europeos y estimularon la aparición de obras y tratados geográficos.
En el siglo XV, Enrique el Navegante, Rey de Portugal, impulsó y apoyó las exploraciones de las costas africanas y se convirtió en uno de los principales promotores de estudios geográficos. Asimismo, los viajes y cartas náuticas de Giovanni Caboto, Juan Díaz de Solís, Vicente Yáñez Pinzón, Juan de la Cosa y Américo Vespucio fueron fundamentales en los avances geográficos de la época.
Entre los relatos de viajes y descubrimientos más destacados que se publicaron en el siglo XVI se encuentran los de Giambattista Ramusio, en Venecia, los de Richard Hayklut en Inglaterra y los de Theodore de Bry en la actual Bélgica. Los viajes y estudios que se realizaron en este período probaron, sin que hubiera duda alguna, que la Tierra es una esfera. Antes de esto, muchas personas, sobre todo en el mundo cristiano, creían que la Tierra era plana.
Un caso excepcional que demuestra los intentos de conquista y afianzamiento español en el territorio austral, lo ejemplifica Pedro Sarmiento de Gamboa, de nacionalidad española, quien se presenta ante la corona española para dar aviso de que venia a estas tierras a descubrir lugares que había navegado Hernando de Magallanes, y poder fundar así ciudades para España.
En 1582 Sarmiento de Gamboa zarpa con alrededor de 3.000 hombres, en 21 barcos, a explorar estas tierras entrando por el Océano Atlántico y se establecen en lo que es hoy Punta Dúngenes. Allí funda la primera ciudad llamada Nombre de Jesús. De los 3.000 hombres solo quedaron 330, ya que 180 personas se establecen en esta ciudad y el resto emprende rumbo hacia el Sur para fundar la ciudad Rey don Felipe.
Según crónicas Pedro Sarmiento de Gamboa se pierde en un viaje en busca de suministros, debido a que la marea y los vientos lo arrastran lejos, no pudiendo regresar a estas ciudades. Fue prisionero en Inglaterra por 3 años, y logró ser liberado, pero cuando llegó a España a dar a conocer lo sucedido, enfermo y cansado, la Corona no le dió los recursos necesarios y dieron por finalizada la expedición. Así los colonos quedaron abandonados a su suerte, sobreviviendo 3 inviernos: de los 330 colonos solo 3 se salvaron de la muerte.
En 1587 el pirata inglés Tomás Cavendish que sabía de este lugar, recorre y descubre esta ciudad y la denomina Puerto del Hambre por la tragedia ocurrida con los colonos que llegaron con Sarmiento de Gamboa. Sólo encontraron a un sobreviviente llamado Tomé Hernández, quien cuenta que quedaban vivos 15 hombres y 3 mujeres, y que todos los demás habían fallecido de hambre y enfermedades. Tomé Hernández se embarca en la nave inglesa y al llegar a España relatará a la corona española lo sucedido.
En la vitrina que tenemos en exposición podemos apreciar restos recuperados de una excavación arqueológica efectuada mediados del siglo pasado en la ciudad Rey don Felipe. Se aprecian clavos, cerámicas, balas de mosquete, y una réplica de un mapa de la ciudad Rey don Felipe. También vemos la pintura que inmortaliza el momento de la partida de las naves a conquistar nuevas tierras y bajo ella la réplica del Monumento a Hernando de Magallanes.
Es momento de que me acompañes en nuestro recorrido por la Sala Viajes y Exploraciones.